Taller Miguel

Por más ganas que tenga de conversar con un motociclista amigo, nunca haga lo que Pappo dice en el blues.

"¿Pero si juntos ocupamos el lugar de un auto, cuál es el problema de ir apareadas?", dicen algunos motociclistas.

Para esos inexpertos, esta respuesta: el espacio físico es el mismo, pero se trata de dos vehículos, con manubrios distintos, con frenos de diferente distancia de frenado y con conductores con cerebros separados que ante cualquier imprevisto reaccionan de forma diferente.

"En una esquina no semaforizada, el que viene por la derecha siempre tiene prioridad", dice el Código de Tránsito.

Sin embargo, por más que a los motoqueros les duela, esto no se aplica a las motos por una elemental cuestión de supervivencia.

Algunos barrios están repletos de "esquinas ciegas", con ochavas "pegadas" al cordón que no permiten ver al otro vehículo hasta cuando ya es muy tarde.

Si quiere, puede pasar la esquina sólo "peinando" el freno, pero rece antes, porque estará jugando a la ruleta rusa.

Lo más grave de "comerse" un bache imprevisto con un auto es romper una cubierta, marcar una llanta o romper un amortiguador.

En una moto, el pozo inesperado es lo último que va a ver antes de las lámparas del quirófano del Urgencias. Por más que la moto levante más de 80 km/h, las calles de la ciudad no se bancan esa velocidad en dos ruedas. Aparecen pozos nuevos todos los días.

No se confíe aun cuando conozca el camino. No vaya a más de 40 km/h en calles y 60 km/h en avenidas.

Con esa máxima como premisa, hay que salir con una moto a las calles.

Manejo defensivo 100%. Anticipe la maniobra del conductor del auto. Mírelo a los ojos y trate de adivinar qué va a hacer.

Por regla general, piense que siempre va a hacer la peor maniobra posible.

No basta con subir al acompañante atrás. Para evitar accidentes, hay que instruirlo.

Más allá de que debe ponerse el casco, el pasajero tiene saber que una vez que la moto arranca se convierte en una dócil mochila.

Si está lloviendo o, peor aún, lloviznando, extreme las precauciones. Las esquinas se convierten en un jabón cuando el agua sucia se mezcla con gasoil o aceite.

Se puede andar, claro que sí, pero al doblar sobre un charco baje a "casi cero" la velocidad y no incline la moto. Además, si es temprano en pleno invierno y cayó helada, las dos ruedas se vuelven inmanejables. Evite las calles escarchadas o, mejor, espere un colectivo.

No vaya "pagado" a los autos estacionados, la moto está muy expuesta a los automovilistas que se convierten en peatones abriendo la puerta del auto sin mirar atrás.